domingo, 16 de noviembre de 2014

Mis Historias de Fantasmas


Algo parecido a esta imagen fue lo que vi en el pasillo de El Impulso


De todas mis memorias, curiosamente las historias vividas por mi persona, relacionadas con fantasmas, son las más leídas de mi blog. Es por ello que para complacer a todos los que me piden más historias relacionadas con lo paranormal, aquí van tres más.

Debo aclarar una vez más que, los hechos sucedidos que a continuación les voy a relatar, no son producto de mi imaginación, ya que han sido expericncias que compartí en persona con amigos, conocidos o con compañeros de trabajo. Otros, me han sido relatados por gente que cuentan con testigos oculares o auditivos, con quienes compartieron estas experiencias.

Mi primer relato sucedió en mi último sitio de trabajo en Venezuela: el diario El Impulso.
Se trata de uno de los periódicos más antiguos del país y está ubicado en la ciudad de Barquisimeto.
Es un edificio de tres plantas con sótano, en el cual laboran más de 400 personas día y noche.
En el segundo piso, es donde queda ubicada la redacción del diario y es el lugar con más actividad paranormal de toda la edificación, además del sótano, que es el sitio más oscuro del Impulso.

Muchos excompañeros de labor me contaron los sustos que pasaron en noches que les tocó hacer guardias nocturnas, ya que a los periodistas y vigilantes de seguridad nos rotan los horarios de trabajo y hay semanas en las que nos tocaba laborar hasta pasada la medianoche.
En la segunda planta hay varias salas de recepción, en las cuales hay grandes muebles donde se atienden a los entrevistados.

A algunos de los vigilantes nocturnos, les da por dormir en estos muebles, pero todo el que lo ha hecho, termina asustado por la presencia alguno de los fantasmas que recorren la redacción del periódico.


Este es uno de los muebles en los cuales los vigilantes descansan y son espantados por fantasmas


Uno de ellos me contó que, una madrugada subió cerca de las 3:00 a dormir en uno de estos muebles y de repente, una de las tantas computadoras existentes en la sala de redacción se encendió y comenzó a teclear sola.

Él se asomó con mucho cuidado y notó en la sala oscura que el brillo de la pantalla del aparato iluminaba tenuemente el lugar. Del susto hechó a correr y le avisó a otro compañero lo sucedido. Ambos subieron rápidamente a la redacción y cuando entraron al gran salón lleno de computadoras, todas estaban apagadas.

El vigilante comenzó a burlarse de su compañero, llamándolo cobarde y que seguro había soñado lo sucedido, cuando de repente, una carpeta llena de papeles que estaba sobre uno de los escritorios se cayó de manera repentina, creando un estruendo en la habitación que los dejó mudos y, acto seguido, la computadora se volvió a encender y a teclear sola. Lo más asombroso del caso, es que los suiches de la luz de la redacción de bajan después de la medianoche, o sea, que es IMPOSIBLE que se haya tratado de un fallo eléctrico.

Otro caso me lo contó una periodista, quien me dijo que se montó con ella un señor en el ascensor.
Éste estaba ataviado de traje oscuro y no se dejaba ver la cara porque tenía los ojos clavados en el piso. A ella le pareció raro que algún entrevistado estuviese en El Impulso a altas horas de la noche.
Él se colocó a espaldas de ella y me dijo que el tipo respiraba con dificultad. Cuando se abrió el ascensor, el señor caminó por un pasillo largo que conduce a los baños y en vez de meterse en alguno de ellos, siguió de largo y atravesó la pared que estaba al final, desapareciendo de manera repentina.
A mi excompañera de labores le dió un ataque de nervios y, del susto, abandonó el lugar minutos después.

Un día, almorzando con algunos de los vigilantes, TODOS me aseguraron haber visto o escuchado fantasmas en la sala de la redacción. Uno de ellos me dijo muy asustado que una madrugada lo despertó el llanto de una mujer, que lloraba insistentemente y se lamentaba. Lógicamente no se atrevió a averiguar de donde provenían los lamentos, pero si se juró que nunca más dormiría en los muebles de la redacción.


        Con mis excompañeros de labor en El Impulso, en la foto aparece Mariángel


Un fantasma “oloroso”

Yo también pasé mi susto en la redacción de El Impulso, una noche que me tocó trabajar una guardia nocturna.

Estaba cubriendo la fuente de farándula del diario y me tocó ir a la Feria Internacional de Barquisimeto a ver a “La Noche del Reguetón”. Estuve en el Complejo Ferial hasta pasadas las 11:00 PM (23:00 hrs) y retorné al periódico cerca de la medianoche. Afortunadamente, no estuve solo en la redacción, porque mi compañera Mariángel D. también estaba de guardia nocturna ese día.

Los dos estábamos concentrados en silencio escribe que escribe. Solamente se escuchaban los teclados de las computadoras. De repente, en el pasillo que daba frente a mi, pasó una mujer vestida de blanco, con un traje largo, parecía una novia. Su imagen se reflejaba en el brillo del piso y me pasó lentamente por enfrente. La miré y volteé a ver a Mariángel a ver si ella la había visto también, pero la periodista estaba metidísima en su texto y no notó la presencia del fantasma.

Me quedé callado para no ponerla nerviosa, pero para sorpresa de ambos, comenzó a emanar en toda la redacción olor a flores, como de esos claveles amarillos que llaman “flores de muerto” en Venezuela que emanan un olor fuerte, no era un aroma agradable.

Entonces Mariángel comenzó a hacer ruidos con la nariz y me preguntó si olía lo mismo que ella.
Dije que si con un movimiento de cabeza, entonces ella se paró inmediatamente de la silla y me dijo: vámonos gordo, que este olor me da mala espina.



                     Fachada del Diario El Impulso, en Barquisimeto, Venezuela


El problema es que ella tenía un auto y se podía ir cuando quisiera, yo debía esperar si o si el próximo transporte de El Impulso, que repartía al personal hasta sus domicilios y no salía hasta la 1:00 AM.
Afortunadamente, Mariángel me ofreció “el empujón” hasta mi casa esa noche.
En el camino, conversamos lo sucedido y ella también me contó los sustos que pasaron varios trabajadores del diario con entes paranormales que allí aparecen.
Al día siguiente, le comenté a uno de los vigilantes lo que me había sucedido la noche anterior y me interrumpió diciéndome: seguro viste a la señora de vestido blanco que huele a flores. Aquí todos decimos que es una novia que busca marido, ¿está interesado señor Mata?
!Ni a palos! - Le respondí.

Un fantasma “A lo flamenco”

Viví en Sevilla, España, en el 2007 / 2008.

Mis primeras semanas en esa hermosa ciudad las pasé en el departamento de un amigo que conozco desde inicios de los 80's, con quien compartí muchos momentos inolvidables y me recordó con sus acciones que, los hermanos no sólo son de sangre, sino también los que te da la vida y Dios te pone en el camino. ¡Y él es uno de ellos!

Su apartamento está ubicado en una edificación de los años 70´s, no muy lejos del Parque de María Luisa. Es grande y espacioso, lo malo es que las paredes parecen de cartón y todo lo que hacen los vecinos se escucha, quieras o no.


                               En el apartamento del "taconeo" en Sevilla


Durante sus vacaciones fui su sustituto laboral y gracias a él, aprendí a cuidar ancianos y a personas enfermas, trabajo que te hace ganar humanidad, paciencia y ternura para con los más débiles.
Curiosamente, todas las madrugadas, la vecina del departamento de arriba comenzaba a “taconear”.
Caminaba de un lado para otro, corría, parece que bailaba, todo se escuchaba solamente durante la madrugada. Desde la 1:00 am en adelante, empezaba el taconeo hasta altas horas de la noche.
Al principio no le di importancia al asunto, pero cuando llegaba realmente muy cansado del trabajo, entonces la cosa empezó a molestarme, porque no podía dormir.

Una mañana, cansado del bendito taconeo nocturno, subí al piso de donde provenía el ruido, toqué la puerta, pero nadie me abrió. Toqué insistentemente, pero nadie respondió. Hasta que salió la vecina de enfrente y me dijo: no insista señor, que allí no vive nadie desde hace más de cinco años. Ese departamento está cerrado y vacío desde que su dueña murió de anciana.
¡Mi cara fue un poema y más cuando la vecina me comentó que a la fallecida le encantaba bailar flamenco!

Fantasmas nazis

En el 2010 vivía en un barrio llamado Bamberk en Hamburgo, Alemania.

Habitaba un apartamento de ladrillos que fue construido por las viudas de los combatientes y ancianos que sobrevivieron de la Segunda Guerra Mundial.

Según la historia, los nazis llevaban a los infantes, de todas las edades, a un campo de concentración que estaba ubicado en dicha ciudad, para aniquilarlos. Se dice que muchos militares nazis huyeron del lugar, porque no tenían la fuerza de voluntad para asesinar a un niño. ¡Yo tampoco lo fuese hecho! ¡Matar inocentes por capricho de un líder loco!

Mi habitación daba hacia un gran jardín, que a su vez, me conectaba con una avenida. Para poder ver la susodicha calle, yo tenía que sacar medio cuerpo por la ventana y mirar a la derecha.



                 Vista que tenía desde la ventana de mi apartamento en Hamburgo


Una madrugada de verano había mucho calor y yo dormía con la ventana abierta.
De repente, el ruido de una marcha militar me quitó el sueño. Me quedé muy quieto en la cama, mientras escuchaba ruidos de botas que retumbaban en la calle.
La marcha paró y sentí los pasos de alguien que echó como a correr.

Una voz fuerte gritaba en alemán “Alt”, “Alt” (Deténgase, deténgase), pero la persona corría sin parar porque se escuchaban sus pasos rápidamente en la acera.

Sonó un fuerte disparo, que me hizo levantar y posteriormente, un silencio sepulcral que parece que el mundo se fuese detenido. Del susto, me asomé por la ventana, saqué medio cuerpo para divisar algo de lo sucedido y la calle estaba desierta.

A la final pensé que algún vecino estaba viendo en TV una película de origen bélico a todo volumen y volví a dormir como si nada.

A la mañana siguiente, enciendo el televisor para ver las noticias antes de irme a trabajar y... ¡SORPRESA! Resulta que ese día se cumplía un año más de la muerte de un soldado que se negó a matar niños en la época nazi, y que fue asesinado al momento de huir, en el barrio de Bamberk por un grupo de militares que lo estaban cazando.


                   Una placa como esta, recuerda al militar alemán asesinado 


¡No podía creerlo! El canal de televisión estaba trasmitiendo en vivo desde la calle que estaba frente a mi edificio. Cuando bajé, pude ver una placa chiquitita que estaba en la acera, en la cual aparecía el nombre de este señor, el cual era considerado un héroe. ¡Sin palabras!

Noviembre 2014

José Luis Mata S. - joseluismatasanchez@gmail.com