Algo parecido a esta imagen fue lo que vi en el pasillo de El Impulso
De todas mis memorias,
curiosamente las historias vividas por mi persona, relacionadas con
fantasmas, son las más leídas de mi blog. Es por ello que para
complacer a todos los que me piden más historias relacionadas con lo
paranormal, aquí van tres más.
Debo aclarar una vez más
que, los hechos sucedidos que a continuación les voy a relatar, no
son producto de mi imaginación, ya que han sido expericncias que
compartí en persona con amigos, conocidos o con compañeros de
trabajo. Otros, me han sido relatados por gente que cuentan con
testigos oculares o auditivos, con quienes compartieron estas
experiencias.
Mi primer relato sucedió
en mi último sitio de trabajo en Venezuela: el diario El Impulso.
Se trata de uno de los
periódicos más antiguos del país y está ubicado en la ciudad de
Barquisimeto.
Es un edificio de tres
plantas con sótano, en el cual laboran más de 400 personas día y
noche.
En el segundo piso, es
donde queda ubicada la redacción del diario y es el lugar con más
actividad paranormal de toda la edificación, además del sótano,
que es el sitio más oscuro del Impulso.
Muchos excompañeros de
labor me contaron los sustos que pasaron en noches que les tocó
hacer guardias nocturnas, ya que a los periodistas y vigilantes de
seguridad nos rotan los horarios de trabajo y hay semanas en las que
nos tocaba laborar hasta pasada la medianoche.
En la segunda planta hay
varias salas de recepción, en las cuales hay grandes muebles donde
se atienden a los entrevistados.
A algunos de los
vigilantes nocturnos, les da por dormir en estos muebles, pero todo
el que lo ha hecho, termina asustado por la presencia alguno de los
fantasmas que recorren la redacción del periódico.
Este es uno de los muebles en los cuales los vigilantes descansan y son espantados por fantasmas
Uno de ellos me contó
que, una madrugada subió cerca de las 3:00 a dormir en uno de estos
muebles y de repente, una de las tantas computadoras existentes en la
sala de redacción se encendió y comenzó a teclear sola.
Él se asomó con mucho
cuidado y notó en la sala oscura que el brillo de la pantalla del
aparato iluminaba tenuemente el lugar. Del susto hechó a correr y le
avisó a otro compañero lo sucedido. Ambos subieron rápidamente a
la redacción y cuando entraron al gran salón lleno de computadoras,
todas estaban apagadas.
El vigilante comenzó a
burlarse de su compañero, llamándolo cobarde y que seguro había
soñado lo sucedido, cuando de repente, una carpeta llena de papeles
que estaba sobre uno de los escritorios se cayó de manera repentina,
creando un estruendo en la habitación que los dejó mudos y, acto
seguido, la computadora se volvió a encender y a teclear sola. Lo
más asombroso del caso, es que los suiches de la luz de la redacción
de bajan después de la medianoche, o sea, que es IMPOSIBLE que se
haya tratado de un fallo eléctrico.
Otro caso me lo contó
una periodista, quien me dijo que se montó con ella un señor en el
ascensor.
Éste estaba ataviado de
traje oscuro y no se dejaba ver la cara porque tenía los ojos
clavados en el piso. A ella le pareció raro que algún entrevistado
estuviese en El Impulso a altas horas de la noche.
Él se colocó a espaldas
de ella y me dijo que el tipo respiraba con dificultad. Cuando se
abrió el ascensor, el señor caminó por un pasillo largo que
conduce a los baños y en vez de meterse en alguno de ellos, siguió
de largo y atravesó la pared que estaba al final, desapareciendo de
manera repentina.
A mi excompañera de
labores le dió un ataque de nervios y, del susto, abandonó el lugar
minutos después.
Un día, almorzando con
algunos de los vigilantes, TODOS me aseguraron haber visto o
escuchado fantasmas en la sala de la redacción. Uno de ellos me dijo
muy asustado que una madrugada lo despertó el llanto de una mujer,
que lloraba insistentemente y se lamentaba. Lógicamente no se
atrevió a averiguar de donde provenían los lamentos, pero si se
juró que nunca más dormiría en los muebles de la redacción.
Con mis excompañeros de labor en El Impulso, en la foto aparece Mariángel
Un fantasma “oloroso”
Yo también pasé mi
susto en la redacción de El Impulso, una noche que me tocó trabajar
una guardia nocturna.
Estaba cubriendo la
fuente de farándula del diario y me tocó ir a la Feria
Internacional de Barquisimeto a ver a “La Noche del Reguetón”.
Estuve en el Complejo Ferial hasta pasadas las 11:00 PM (23:00 hrs) y
retorné al periódico cerca de la medianoche. Afortunadamente, no
estuve solo en la redacción, porque mi compañera Mariángel D.
también estaba de guardia nocturna ese día.
Los dos estábamos
concentrados en silencio escribe que escribe. Solamente se escuchaban
los teclados de las computadoras. De repente, en el pasillo que daba
frente a mi, pasó una mujer vestida de blanco, con un traje largo,
parecía una novia. Su imagen se reflejaba en el brillo del piso y me
pasó lentamente por enfrente. La miré y volteé a ver a Mariángel
a ver si ella la había visto también, pero la periodista estaba
metidísima en su texto y no notó la presencia del fantasma.
Me quedé callado para no
ponerla nerviosa, pero para sorpresa de ambos, comenzó a emanar en
toda la redacción olor a flores, como de esos claveles amarillos que
llaman “flores de muerto” en Venezuela que emanan un olor fuerte,
no era un aroma agradable.
Entonces Mariángel
comenzó a hacer ruidos con la nariz y me preguntó si olía lo mismo
que ella.
Dije que si con un
movimiento de cabeza, entonces ella se paró inmediatamente de la
silla y me dijo: vámonos gordo, que este olor me da mala espina.
Fachada del Diario El Impulso, en Barquisimeto, Venezuela
El problema es que ella
tenía un auto y se podía ir cuando quisiera, yo debía esperar si o
si el próximo transporte de El Impulso, que repartía al personal
hasta sus domicilios y no salía hasta la 1:00 AM.
Afortunadamente,
Mariángel me ofreció “el empujón” hasta mi casa esa noche.
En el camino, conversamos
lo sucedido y ella también me contó los sustos que pasaron varios
trabajadores del diario con entes paranormales que allí aparecen.
Al día siguiente, le
comenté a uno de los vigilantes lo que me había sucedido la noche
anterior y me interrumpió diciéndome: seguro viste a la señora de
vestido blanco que huele a flores. Aquí todos decimos que es una
novia que busca marido, ¿está interesado señor Mata?
!Ni a palos! - Le
respondí.
Un fantasma “A lo
flamenco”
Viví en Sevilla, España,
en el 2007 / 2008.
Mis primeras semanas en
esa hermosa ciudad las pasé en el departamento de un amigo que
conozco desde inicios de los 80's, con quien compartí muchos
momentos inolvidables y me recordó con sus acciones que, los
hermanos no sólo son de sangre, sino también los que te da la vida
y Dios te pone en el camino. ¡Y él es uno de ellos!
Su apartamento está
ubicado en una edificación de los años 70´s, no muy lejos del
Parque de María Luisa. Es grande y espacioso, lo malo es que las
paredes parecen de cartón y todo lo que hacen los vecinos se
escucha, quieras o no.
En el apartamento del "taconeo" en Sevilla
Durante sus vacaciones
fui su sustituto laboral y gracias a él, aprendí a cuidar ancianos
y a personas enfermas, trabajo que te hace ganar humanidad, paciencia
y ternura para con los más débiles.
Curiosamente, todas las
madrugadas, la vecina del departamento de arriba comenzaba a
“taconear”.
Caminaba de un lado para
otro, corría, parece que bailaba, todo se escuchaba solamente
durante la madrugada. Desde la 1:00 am en adelante, empezaba el
taconeo hasta altas horas de la noche.
Al principio no le di
importancia al asunto, pero cuando llegaba realmente muy cansado del
trabajo, entonces la cosa empezó a molestarme, porque no podía
dormir.
Una mañana, cansado del
bendito taconeo nocturno, subí al piso de donde provenía el ruido,
toqué la puerta, pero nadie me abrió. Toqué insistentemente, pero
nadie respondió. Hasta que salió la vecina de enfrente y me dijo:
no insista señor, que allí no vive nadie desde hace más de cinco
años. Ese departamento está cerrado y vacío desde que su dueña
murió de anciana.
¡Mi cara fue un poema y
más cuando la vecina me comentó que a la fallecida le encantaba
bailar flamenco!
Fantasmas nazis
En el 2010 vivía en un
barrio llamado Bamberk en Hamburgo, Alemania.
Habitaba un apartamento
de ladrillos que fue construido por las viudas de los combatientes y
ancianos que sobrevivieron de la Segunda Guerra Mundial.
Según la historia, los
nazis llevaban a los infantes, de todas las edades, a un campo de
concentración que estaba ubicado en dicha ciudad, para aniquilarlos.
Se dice que muchos militares nazis huyeron del lugar, porque no
tenían la fuerza de voluntad para asesinar a un niño. ¡Yo tampoco
lo fuese hecho! ¡Matar inocentes por capricho de un líder loco!
Mi habitación daba hacia
un gran jardín, que a su vez, me conectaba con una avenida. Para
poder ver la susodicha calle, yo tenía que sacar medio cuerpo por la
ventana y mirar a la derecha.
Vista que tenía desde la ventana de mi apartamento en Hamburgo
Una madrugada de verano
había mucho calor y yo dormía con la ventana abierta.
De repente, el ruido de
una marcha militar me quitó el sueño. Me quedé muy quieto en la
cama, mientras escuchaba ruidos de botas que retumbaban en la calle.
La marcha paró y sentí
los pasos de alguien que echó como a correr.
Una voz fuerte gritaba en
alemán “Alt”, “Alt” (Deténgase, deténgase), pero la
persona corría sin parar porque se escuchaban sus pasos rápidamente
en la acera.
Sonó un fuerte disparo,
que me hizo levantar y posteriormente, un silencio sepulcral que
parece que el mundo se fuese detenido. Del susto, me asomé por la
ventana, saqué medio cuerpo para divisar algo de lo sucedido y la
calle estaba desierta.
A la final pensé que
algún vecino estaba viendo en TV una película de origen bélico a
todo volumen y volví a dormir como si nada.
A la mañana siguiente,
enciendo el televisor para ver las noticias antes de irme a trabajar
y... ¡SORPRESA! Resulta que ese día se cumplía un año más de la
muerte de un soldado que se negó a matar niños en la época nazi, y
que fue asesinado al momento de huir, en el barrio de Bamberk por un
grupo de militares que lo estaban cazando.
Una placa como esta, recuerda al militar alemán asesinado
¡No podía creerlo! El
canal de televisión estaba trasmitiendo en vivo desde la calle que
estaba frente a mi edificio. Cuando bajé, pude ver una placa
chiquitita que estaba en la acera, en la cual aparecía el nombre de
este señor, el cual era considerado un héroe. ¡Sin palabras!
Noviembre 2014
José Luis Mata S. -
joseluismatasanchez@gmail.com